martes, 17 de julio de 2012

LA CRUZ DOMINICA DE LOS MARRAJOS

Cada año, las procesiones marrajas se abren con el que es el más antiguo de los elementos procesionales de Cartagena, la que conocemos como Cruz Reliquia, que encabeza el desfile del tercio del Santo Cáliz. Junto a su valor artístico e histórico, dicha cruz es, además, el único vínculo que se conserva públicamente de la trascendente relación de nuestra ciudad con las órdenes religiosas durante siglos.

Tradicionalmente se ha escrito que los marrajos heredamos la organización de las procesiones de Viernes Santo de la Cofradía del Rosario, afirmándose igualmente que la referida cruz procesional, del siglo XVII, pasó de ellos a nosotros al encomendar esta misión en 1663 el Obispo Juan Bravo a los primitivos cofrades del Nazareno. Sin embargo creo que existe alguna posibilidad más plausible.

En 1587 se materializa la apertura del convento de la Orden de Predicadores (Dominicos) en Cartagena. De inmediato, y atendiendo a lo dispuesto por el Papa San Pío V en 1572, la cofradía del Rosario, existente en Cartagena, en la iglesia Mayor (la única que había en la ciudad) se traslada al nuevo convento, al estar regulado que su control correspondía a los dominicos en las localidades en las que éstos estuvieran establecidos. En dicho convento, y a partir de 1641, conocemos que se encuentra establecida, así mismo, la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, que en el año mencionado adquiere a los frailes una capilla para el culto a su Titular.

En 1663, como se ha dicho, los marrajos reciben la encomienda episcopal de organizar las procesiones de Viernes Santo, pero aunque consideremos a éstos –lo eran- una entidad independiente, no podemos desligar en modo alguno su devenir del de la orden religiosa que regía su vida espiritual y con la que convivían a diario.

La publicación hace años por Federico Casal de un documento fechado en 1773 llamado “Procesiones de Semana Santa de Cartagena: Método y Orden que se debe practicar en la Semana Santa en el Convento de Santo Domingo con su Comunidad y arreglo de las Procesiones de la Cofradía de N.P.J. Nazareno” nos permite comprobar fácilmente la estrecha relación entre dominicos y marrajos hasta la Desamortización (1835) y cómo la cofradía del Nazareno, pese a su independencia formal, podría fácilmente definirse durante sus dos primeros siglos de existencia como una cofradía dominica.

La organización de las procesiones de Viernes Santo a partir de la fecha reseñada no disolvió, ni mucho menos, a la cofradía del Rosario, que se dedicó a las tareas de fomento del culto a su Titular, de la extensión del rezo del rosario y a la organización, cada año, del llamado Rosario Largo, una procesión que salía en torno a la festividad de la Virgen y que era, quizá, el acto más llamativo de la citada cofradía.

En dicho contexto, parece difícil pensar que una cruz de las características que nos ocupa fuera cedida por una cofradía a otra, por mucho que compartieran hermandad conventual, máxime cuando la primera seguía organizando anualmente una procesión.

Mucho más lógico es pensar que dicha cruz fuera en sus orígenes propiedad del convento dominico, y que con ésta se encabezaran tanto las procesiones marrajas como la del Rosario, procesiones en las que consta documentalmente la participación de la comunidad conventual y en las que, a modo de cruz de guía, las cofradías “dominicas” contaran con dicho elemento que, por otra parte, presenta rasgos formales que avalan esta hipótesis.

Recordemos que en la Cruz Reliquia, a los pies del Crucificado, la Virgen no presenta la habitual iconografía en los calvarios conocidos de aquel siglo (túnica roja y manto azul), sino que viste túnica blanca y manto negro, idéntica vestimenta a la del hábito dominico. De igual modo la iconografía de la Virgen de la Soledad, que se empleaba para representaciones de la Virgen cuando no estaba al pie de la Cruz, venía representándose desde 1565 totalmente de negro, al modo que dispuso la Condesa Viuda de Ureña para la imagen que había tallado Gaspar de Becerra por encargo de la reina Isabel de Valois (tercera esposa de Felipe II). Dicha Virgen, vestida al modo dominico, porta un visible rosario.

Pero quizá el hecho más concluyente sea la presencia, en los dos extremos del patibulum, así como bajo la figura de la Virgen, del escudo de la Orden Dominica. Parece lógico que una cofradía ubicada en un convento pueda situar el escudo de la Orden que la acoge en uno de sus elementos procesionales, pero, y aun siendo notable esta relación, no encontramos escudo dominico alguno, por ejemplo, en el estandarte de la cofradía marraja, de mediados del siglo XVIII. Sin embargo, en la citada cruz aparece hasta en tres ocasiones (únicamente no aparece en el extremos superior, donde figura la leyenda INRI).

El escudo de los dominicos es una cruz, en forma de flor de lis, que dicen ya estaba presente en el escudo de la familia Aza (la familia materna de Santo Domingo de Guzmán), en los colores blanco y negro de la Orden. El escudo se presenta en una de sus variantes más extendidas, la que lo presenta en una disposición circular.

Parece por tanto lógico pensar que la que conocemos como Cruz Reliquia fuera la cruz procesional del convento de los dominicos, que abriría las procesiones marrajas y la del Rosario, y que tras la Desamortización (1835 )quedara en posesión de los marrajos, que desde entonces no han dejado de abrir con ella sus procesiones y que constituye, casi sin saberlo, el único vínculo marrajo con su origen dominico.

BIBLIOGRAFÍA:

CASAL MARTÍNEZ, Federico. “Procesiones de Semana Santa de Cartagena: Método y Orden que se debe practicar en la Semana Santa en el Convento de Santo Domingo con su Comunidad y arreglo de las Procesiones de la Cofradía de N.P.J. Nazareno”. Publicado en El Noticiero. 27 de marzo de 1945.

GONZÁLEZ Y HUÁRQUEZ, Manuel. Reseña Histórica del Convento e Iglesia de San Isidoro (Orden de Santo Domingo) de Cartagena. Cartagena, 1880.

LÓPEZ MARTÍNEZ, José Francisco. Una imagen de Gloria para la Cofradía Marraja. En Ecos del Nazareno 2003. Cartagena, 2003

MONTOJO MONTOJO, Vicente y MAESTRE DE SAN JUAN, Federico. La Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno (Marrajos) de Cartagena en los siglos XVII y XVIII. Ed. Cofradía Marraja. Cartagena, 1999

Publicado en la revista 'El Cáliz' en 2010

FOTOGRAFÍAS: Manuel Maturana Cremades

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